martes, 7 de julio de 2009


EL PRINCIPIO

Durante los últimos siete años he impartido clases de canto y música para estudiantes de Actuación. A través de esta experiencia docente he desarrollado y sistematizado una forma de trabajo que integra líneas vocales, instrumentales y relatos, los cuales se ordenan de acuerdo a algún contenido temático transversal al proceso creativo. El resultado de esta metodología es una secuencia sonora que se acerca mucho a una partitura, una historia musical.

En el caso de Omutí, partimos con África como imaginario -con su diversidad de tribus, países y matices culturales- debido a un interés personal por la música ceremonial, la cual se mantiene presente en la creación musical de los distintos países de ese continente.

Comenzamos a investigar, escogiendo las piezas que nos sugirieran un vínculo con lo ritual, instrumentos acústicos, sonidos toscos; la música llegaba a nuestras manos de diversas maneras, colecciones personales, encargos al extranjero, la web. Una vez que reunimos algunas piezas nos dedicamos a tratar de reproducirlas utilizando los instrumentos que teníamos a mano: udúes, djembés, metalófonos, sonajas, crótalos, palos de agua; instrumentos de orígenes variados y la mayoría de ellos, fabricados en Chile. Esta condición instrumental permitió que los temas originales fueran, de cierta manera, re-interpretados.

EL RELATO

Paralelamente a la investigación musical, comenzamos a trabajar en el hilo conductor del relato. Los personajes serían animales, seres que pertenecen a esa tierra en su totalidad y no a una etnia en particular. Surgieron con fuerza las figuras del elefante y la jirafa; se fue esbozando la historia de una elefanta anciana que camina hacia su lecho de muerte (la abuela trashumante, guía de una estructura matriarcal que ha subsistido por siglos, el legado, la memoria, la transmutación, la despedida) y una jirafa joven que descubre la maternidad (el asombro ante la generación de la vida, el proceso sagrado del la preñez, la catarsis del parto, la bienvenida). Hasta ese minuto todo giraba en torno a lo femenino, la madre, las abuelas, la cría.

Diego Fernández -mi hermano- escribió el cuento. Éste transcurría en 14 meses, el tiempo de gestación de una jirafa. Era un relato simple y sensible, con algunos datos zoológicos interesantes sobre los personajes y una sorpresa: la aparición de pájaro blanco-una versión del búfago, ese pequeño pajarito que desparasita el lomo de la jirafas. Con él aparece lo masculino, el padre, la flecha, la verticalidad que vuela trazando el puente desde y hacia lo invisible. Esa flecha que cruza la redondez del ciclo materno para fecundarlo y enraizarlo, quien aterriza el delirio de la preñez y el sueño, quien observa desde el aire el primer vuelo de la mariposa.

LA COMPOSICIÓN

Recibimos el cuento como un guión dramático donde cada página contenía una escena. Entonces, aquellas piezas musicales que habíamos acopiado y re-interpretado durante la investigación, sirvieron de referencia para la composición. Sólo se conservaron intactas algunas canciones rituales. Comenzamos a hacer sonar atmósferas, personajes, emociones, ruidos incidentales. Apareció una historia simple sobre la similitud entre el viaje hacia la encarnación y el tránsito hacia los espíritus. Ese puente que se presenta sólo al comienzo y al final de la vida, que nos permite contemplar un breve instante la belleza de lo invisible.

Los sueños como lugar de encuentro con los antiguos

El alba fría y silenciosa en que la elefanta y la jirafa, separadas por todo un continente, tienen el espacio sagrado del sueño y comparten la visita de sus ancestros

El misterio de la fecundación

La polvareda ardiente del apareamiento que divisan a lo lejos los niños de una aldea y el saludo de la madre y la abuela

La familia y su rito

El baño de una familia entera de elefantes y la ceremonia de despedida de la anciana que guía a la manada

El movimiento de los astros en el ciclo vital

La danza de las estrellas que noche a noche acompaña a la abuela que transita, los nombres de la constelaciones que habitan las abuelas

Los cantos sagrados

El canto de llamada del que abre y cierra los caminos

El misterio de la gestación

El paso intranquilo de la jirafa y el vuelo del pajarito y la jirafita que gira dentro del vientre materno

La oralidad, la tradición, el padre

La historia del pueblo de pájaro blanco en la noche llena de sonido

El mensajero, la flecha, la masculinidad

El viaje del pajarito al encuentro del norte

La similitud entre el comienzo y el final de la vida

El encuentro de la abuela que se eleva y la joven que se enraíza

El sacrificio

El dolor y la inconmensurable alegría del parto

El misterio de la muerte

La partida de la elefanta

El misterio de la transmutación

El espíritu de la mariposa, la fiesta de los espíritus


LA VISUALIDAD

Nos pusimos a trabajar en la visualidad con Montserrat Quezada y Vittorio Meschi. Les sugerimos que no queríamos personificar a los animales, por tanto, los vestuarios debían ser más bien trajes de ceremonia y que, para la escenografía, sólo teníamos clara la disposición de los instrumentos en escena y la necesidad de la presencia de un gran árbol como centro de la acción, justo como ese gran baobab bajo el cual muchas tribus de África suelen reunirse a discutir todas las cosas importantes “el árbol de la palabra”.

Montse y Vitto trazaron sus delicados planos y nosotros a dibujar el escenario. Aquella partitura comenzó a danzar en una planta de movimiento que aparecía algunas veces en virtud de la necesidad de trasladarse de un instrumento a otro, de encarnar por breves momentos personajes de la historia, o simplemente de bailar al son de un canto.

QUÉ VES, QUÉ OYES, QUÉ SIENTES

A cabo de catorce meses la obra estuvo terminada. Estábamos ante una obra de teatro, que podía palparse con los ojos cerrados. Fue entonces que pensamos en darlo para ciegos. Si nosotros que nos movíamos a tientas en el misterio de lo invisible creíamos develarlo por momentos a través de la música, los ciegos, que se desplazan con gracia y sutileza en la más completa oscuridad, lo harían de manera magistral.

Llevamos Omutí, el árbol de las palabras a la Escuela Hellen Keller. Nuestro público fueron cincuenta niñas y niños ciegos.

En medio de la función, cuando hablábamos de las hermanas invisibles -espíritus ancestrales que acompañan a la elefanta en su tránsito hacia la transmutación- pensé: - -¡para ellos no son invisibles! ¡ellos las ven tal y como
ven a la elefanta o la jirafa... o a uno de nosotros!-

Y quise preguntarles tantas cosas de ellas! Cómo son, qué color tienen, a qué se parecen esas abuelas idas, esos espíritus con los que caminamos.

...es así que Omutí es una obra para todo público, a la que nos gustaría invitar con especial cariño a los ciegos, que habitan, de alguna manera, en el territorio de los espíritus.

gala fernández frésard


REFLEXIONES SOBRE EL DISEÑO

Puntada tras puntada, la lana se va uniendo y van creando formas imaginadas, soñadas, trabajadas. Las manos acarician la tela, el tiempo se queda, el artesano nace en cada detención.

La tela cruda se tiñe, las tierras de colores se deshacen en el agua burbujeante, en una especie de marmita sobre fuego, donde la cuchara de palo es tu remo.

El silencio me seguía impactando, la formación y nacimiento de los trajes de ceremonia requerían un proceso lento, pausado; fueron demandantes, celosos, caprichosos. Ante mis ojos estaba pasando un rito de creación, de encuentro y de elevación. La misma elevación de los cánticos, esa que ocurre en momentos mágicos donde el tiempo y espacio se olvidan, donde ya no me doy cuenta que llevo más de cuatro horas bordando, ahí donde vuelvo a mi centro y me encuentro.

montserrat quezada antequera

El trabajo de escenografía parte de lo musical, los pulsos relatos y matices sonoros son los causantes de las formas, estructuras y luces.
El diseño de Omutí fue sentarse, escuchar, ver, imaginar, compartir, dibujar y construir.

Siempre acompañados de nuestras hermanas invisibles.

vittorio meschi pizarro

fotógrafos: Montserrat Quezada y Christiaan Muñoz





AFICHE



Teatro Universidad Católica, Jorge Washington 26, Plaza Ñuñoa.
teléfono de reserva: 2055652